"Al encenderse las
luces y ver en la pantalla los títulos de crédito de “Coco” se sintió como si flotase y sobre todo
sintió un tremendo alivio y pensó que su abuela Margarita, le miraba con la más
hermosa de sus sonrisas. Nunca había
entendido muy bien a dónde iban las personas que se iban y hoy, por fin, creyó
firmemente en ese lugar hermoso dónde la
gente sigue viviendo, aunque de otra manera.
Recordó el hermoso
puente de flores que debería cruzar su abuela el próximo 1 de noviembre para
poder verle y empezó a elucubrar como quería ser visto por ella. En primer lugar,
tenía que poner una imagen de su abuela en su habitación y construir un pequeño
altar. Pondría también imágenes de todos los seres de los que su abuela tanto
le había hablado, para que también pudieran venir. A pesar de que, en casa, la figura del abuelo
era un poco desconocida, él sabía por boca de su abuela que existía. Que una
mañana se había ido, les había dejado con la promesa de que volvería, y había
creado una industria chocolatera en alguno de esos países centroamericanos que
no recuerda… el abuelo, cincuenta años después había vuelto, y fue recibido con
bastante desprecio por la familia. Llevaba trajes claros y fumaba puros y él se
asustó cuando lo vió un día allí sentado en el salón y vió a su abuela con cara
muy compungida… No volvió a verlo y él se marchó y luego un día, oyó como su
madre le decía a su abuela, que había leído en el periódico que había sido
asesinado, que su viuda había heredado la fábrica y sus hijos, que tenía varios
estaban intentando que se hiciera justicia. El tono de su madre era duro,
rabioso, lleno de rencor. Por la noche oyó llorar a su abuela y descubrió, días
después, una foto en el cajón de su mesita de una pareja joven, sonrientes en
el que claramente la joven rubia era ella.
También pondría la
foto del hermano de la abuela, un hombre que durante la guerra desapareció de
noche misteriosamente y que su abuela había querido mucho. El tío Nico, que
acostumbraba a componer poemas, cantar canciones y desesperar a su padre con
estos juegos en vez de ir a las tierras.
La otra hermana de
Margarita, Rosario que se casó con el maestro de la escuela y siempre le
contaba cuentos mientras hacía dulces postres en la cocina de la familia. Ya se
habían ido, hacía muchos años, los dos juntos, en un accidente de coche. Pero
la abuela siempre se alegraba de que les hubiesen enterrado juntos, pues se
querían mucho y Rosario no había podido tener hijos.
De su hermanita
Lola, que nació y murió un año y medio después por una terrible enfermedad de la sangre. Una etapa muy triste, en que su
madre apenas le prestó atención y se encerró en un mutismo que le duró un año.
De la tía Consuelo y el tío Joaquin, que eran amigos y familia de la abuela a quien venian a visitar muy a menudo, mientras vivieron.
A la tia Carmen que cada navidad le compraba los dulces que a él le gustanan.
De Regino, que vino de Cuba y se quedó con la abuela, ayudándola cuando estaba sola
De Mercedes que pintaba cuadros naïf con esmalte de uñas
De la abuela Julia de Miguel, su mejor amigo de la escuela, que enseñó muchos platos de su país, uno muy lejano, a Margarita
De Antonia, la madre de su amigo Luis que siempre le sonreía dentro de su mercedes cuando iba a recoger a su hijo
De Antonia, la madre de su amigo Luis que siempre le sonreía dentro de su mercedes cuando iba a recoger a su hijo
Del padre de su vecina Carolina que ayudaba a todos cuando necesitan dinero y era una excelente persona
Del padre Marcos,
que le dejaba leer los domingos en la misa y le miraba con cariño cuando él le
leía historias que escribía a escondidas, algunas tardes de Domingo en el
jardín de la iglesia.
De todos ellos pondría imágenes en ese altar, del entramado de vidas que formaron el puzzle de la vida de Margarita.
Asió la mano de su
madre con su fuerza. Levantó la cabeza para mirarla y vió como se secaba una
lágrima. Porqué lloras mamá?, No lloro cariño. Pensaba en la abuela. Yo también –dijo- pero está muy bien, allí al otro lado del puente y seguro que está
cuidando de Lola. Su madre le miró serena, le abrazó con fuerza y le dijo
que nunca olvidara, que ella, le amaría siempre. Toda la vida. "
Abril Expósito
Cuaderno de Bitácora
-.-
Esto es lo que sentí
cuando salí de ver la maravillosa película “Coco”. Sentí alivio, sentí alegría
y sentí pasión. No puede haber un modo más hermoso en el que imaginar a todos
aquellos que hemos amado. Si tuviera hijos, quisiera mitigarles el dolor de la
pena con estas imágenes llenas de color y vitalidad. Creo que la cultura
mexicana con respecto a la muerte, es la cultura más apasionante y la que la afronta con mas ternura.
Otro de los platos
que cociné el día de la Candelaria son los tamales. Yo había leído que, el día
de Reyes, quién hubiera encontrado el bebé en la rosca (roscón de reyes
mexicano que lleva un bebé en vez de rey), tenía que invitar a los demás a
tamales el dia de la Candelaria. Mayte, me aclaró que eran los padrinos de los niños los que invitaban
a tamales. La verdad es que estoy confundida y no sé quién regala a quién los
tamales, pero si sé, que se comen el día de la Candelaria.
Estos son especiales… no son los habituales de carne estofada o pollo. Son de queso y según Mayte son los favoritos de su padre, que ya no está. Razón de más para que esta receta me enamorara y quisiera realizarla desde el primer momento. Nada excita más mis deseos gastronómicos que este tipo de argumentos. Si queréis ver tamales de carne en Rústica tenéis y en este blog tb aquí.
Es una comida que tiene un poco de trabajo, pero al mismo
tiempo es agradecida y produce veladas divertidas del tipo de las que estás
frente a una fondue o comidas menos formales. En el fondo a mi me parece algo
muy parecido a los canelones o las croquetas.
La Receta de Mayte,
podéis seguirla aquí!
TAMALES DE
QUESO Y CHILE POBLANO
Ingredientes:
(para 4 personas)
Masa Tamales
500 grs. de masa de maíz
220 grs. de manteca de cerdo
1 cdita. de sal
1cdita. de levadura química(royal)
Hojas de maíz previamente hidratadas
Relleno
1 chile poblano, previamente desvenado y cortado en
"rajas"/julianas. (Pueden usar pimiento rojo, si no lo
encuentran o les resulta picante, para la #cenaotoñal yo utilice el pimiento).
Queso fresco cortado en porciones: oaxaca o adobera. (Pueden
usar cualquier queso fresco, o un queso que funda como el gouda, manchego
o mozzarella).
Acompañantes
1.
Chile
rojo serrano cortado en julianas finas (En su defecto, sino lo encuentran
fresco como yo, del otro lado del charco...hilos de chile secos, como los que
usamos en la cena).
2.
Crema
fresca/ Crème Fraìche.
3.
Puré de
espinacas: Un manojo de espinacas, salteadas con cebolla, un poco de aceite de
oliva, sal y pimienta, procesar con 50 ml. de crema para batir.
RECOMENDACIONES
Los chiles poblanos los encontré en la Boqueria, en Soley, aunque ahora no es
el tiempo y me vendieron una lata en conserva.
Sólo puse una tirita dentro de cada tamal por si era muy fuerte. También
encontré allí las hojas de maíz. El chile rojo lo olvidé en esta ocasión, pero
seguro que en Soley también lo tienen.
El queso fresco de Oaxaca lo podéis encontrar en muchas
tiendas de productos latinos, aunque en este caso fue en Manjares, Torrent de l’Olla, 146, Barcelona.
Los tamales se hierven en la vaporera o al vapor hasta que al abrir un paquete la masa se despegue limpiamente de la hoja. Aproximadamente 1 hora.