CIVET DE JABALÍ - COCINA UNA SONRISA - CONCURSO - COCINANDO CON CATMAN
Carnes domingo, septiembre 15, 2013"....Era un día soleado y radiante y ella se sentía volar: ÉL venía a comer. ÉL, para situaros, era el hombre que la tenía loquita.
Se sentía poderosa y bella,
porque leía señales en el aire que le confirmaban que sus sentimientos eran
correspondidos. “Love was in the air”. Se imaginaba como las heroínas románticas
de Jane Austin o como Meg Ryan, atesorando palabras y juegos que desembocarían
en un romance de otoño. Pero no fue Jane
Austen la que auspició esa “cita” sino otro personaje cinematográfico; Bridget Jones.
En las múltiples comidas
sociales que habían compartido, ÉL, un sibarita como ella, le había expresado
cuáles eran sus platos favoritos. Habló, de un maravilloso civet de jabalí que
le cocinaba una tía anciana de un pueblo lejano. Ese día, ese dato, se había
grabado en su cerebro como un tatoo, en el cajón del fondo a la derecha “cosas que
hacer para impresionarle a ÉL”. Nunca lo
había cocinado, nunca lo había probado, pero se sintió capaz. Así era; impulsiva, osada, “loca”. Pero no
tanto…para asegurar el tiro una semana antes lo cocinó para unos amigos. Tenía
que estar segura que sabría hacerlo y que estaba bueno. El civet obtuvo un Cum
Laude. Estaba lista.
Esa mañana se levantó muy
temprano. Arregló la casa y empezó a ser
presa de los nervios pero aún no lo notaba. Puso el cd de Mamma Mia, necesitaba
música alegre, optimista y vital y abrió una botella de vino. Le gustaba esa
imagen de mujer segura y autosuficiente que se ve en las películas americanas dónde siempre cocinan con una copa-globo de
cristal con vino.
Eran las once. Tenía tiempo
de sobra. Sacó el civet del adobo en que había estado desde hacía un día y lo
sofrió pasándolo a la cocotte. Pochó la cebolla, añadió el vino y el jugo de la maceración,
las especies y lo dejó tapado dejando que la química convirtiera aquello en un
estafado delicioso. Sorbió un poco de vino... y pensó qué aspecto traería.
Seguro que estaría un poco moreno, le encantaba ir a la playa con sus hijas.
Delgado, como siempre, no dejaría de decir que había vuelto a adelgazar una
barbaridad.... siempre estaba con esto.... pero comía fatal, como todos los
hombres desorganizados. Pensaba en él y las mariposas aleteaban en su
estómago...
Cogió ese viejo mortero
blanco de mármol (que pesa una tonelada pero que le encantaba usar. Decía
que le hacía sentirse como Tita) que heredó de su abuela y preparó la picada.
El vino, con el estómago
vacío, empezó a navegar por sus venas y sentía su calor. Estaba más cómoda,
aunque los nervios la tenían también dominada. Se había terminado el CD y puso
otro de Vonda Shepard. Oyó esa canción, “I only want to be with you” que tanto le gustaba y se
sentó en el sillón, como disfrutando de este momento de tristeza-melancolía y
deseo.
El olor del estofado la
devolvió a la cocina.... Incorporó la picada y programó el reloj de la cocina
para que sonara en 10min. Estaba quedando todo estupendo. Sería un éxito. Puso
la mesa. El primer plato, foie, otro de los favoritos de ÉL (ella no comía por
principios) se hacía en el último momento. La manzana pochada sobre la que iba
a reposar estaba hecha desde primera hora.
Se duchó, acicaló pero no
mucho, que no pareciese que lo hubiera hecho (esos pensamientos tan
contradictorios que tenemos las mujeres) y se puso ese vestido tan moderno que
compró hace poco y aún no había estrenado.
Sonó el interfono. Dios que
susto!!! Estaba allí a unos metros de ella. El corazón se le desbocó. Contestó
y oyó su nombre. Abrió la puerta.
Llevaba una camisa tejana
pálida y gastada y unos tejanos. Entró y estuvieron unos segundos incómodos,
sin saber muy bien que decir y agotaron los recursos clásicos; el verano, los
niños, el calor. Le ofreció una copa de vino que aceptó presuroso. Salió
corriendo de allí con la excusa de terminar con la comida.
Los nervios ya la habían
poseído en su totalidad. Empezó a no saber que tenía que hacer y le oyó venir
con un.. “necesitas ayuda?”. Sonido de alarma de submarino ante un ataque, luz roja circulante dándole en la frente...le pareció que la cocina parecía un campo
de batalla y no quiso que la viera. Su casa no era el palacio de Oriente apenas
50m2 así que con un ademán rápido se puso en el marco de la puerta como una femme fatale,
así como muy natural apoyándose en el quicio, para cerrarle el paso… (maldijo
ese día que hecha una mujer moderna quitó la puerta para convertirla en una
cocina abierta) y le dijo lo más
naturalmente que pudo, si quería cambiar el cd y que abriera el vino.
Mientras, pareciendo un
pulpo en su propia cocina, pasó por la plancha levemente el foie y lo puso
sobre los platos con la manzana que había dejado preparados. Los llevó a la
mesa, no sin antes dejar el estofado a fuego muy suave para que se calentara.
El puré de castañas de acompañamiento ya estaba preparado.
Se sentaron en la mesa. ÉL
sirvió el vino y comieron despacio, hablando del día. Ella no probaba bocado, estaba
nerviosa y ya se sentía un poco perjudicada con el vino que ya había bebido. Tan
sólo pensaba en las cosas que quería oír, decir, o sentir (esto sobre todo). Le miraba a los ojos
y se llevaba la copa a los labios con cierta timidez y porque no decirlo, con pretendida
coquetería. Se sentía como Meryl Streep delante de Robert Redford en Memorias de Africa (aunque hubiera sido más acertado sentirse como Meryl delante de Clint, en los puentes de Madison) Afortunadamente ÉL tenía ganas de hablar (era uno de esos hombres
con un gran YO) y ella lo agradecía.
Al terminar con el foie ella
le preguntó cómo estaba… él en un ataque de sinceridad - que no esperaba- dijo:
“muy bueno, pero no pusiste sal no?”…. Mierda! La olvidó cuando lo pasó por la
plancha….madre mia! como podía cometer ese tipo de errores???
Al rato fue a la cocina a buscar el
estofado…y allí es cuando recordó la sopa azul de Bri. Lo notó en 2 segundos.
El olor cuando un guiso “se engancha” es el olor más frustrante del mundo.
Aunque corras y lo cambies de olla, o aunque pongas un trozo de patata… es
demasiado tarde. Tenía que estar perfecto y se engancha en los últimos 5 min.
Qué ingrata es la cocina! Y que estúpida se siente allí de pie sin saber si
tirar la cocotte por la ventana (suerte que pesa!), gritar con la excusa que ha
visto un ratón y salir a terminar de comer al italiano de la esquina o
simplemente ponerse a llorar! ÉL pregunta, se percata de que algo sucede ante
sus palabras entrecortadas, le dice que no pasa nada, finge que no lo huele
(ella parece que se enfada…no le gusta que la traten de tonta…y huele, vaya si
huele), y va y se sirve ÉL mismo de la cocotte y se lo lleva a la mesa. Se lo come, moja pan y lo alaba “lo
justo”. Pero ella sabe que no ha superado a la tía del pueblo y que encima, esa
medalla de cocinera que se había colgado en todas sus conversaciones acaba de
caer estruendosamente al suelo. Ella no se escribe con mayúsculas...."
Cuaderno de Bitácora, Abril Expósito
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Manu,
ese hombre casi 10 que lleva junto con Fran el fantástico blog “Cocinando conCatman”, ha convocado un maravilloso concurso por su tercer aniversario. Recetas
que provoquen sonrisas. Creo que en este caso, cumplo las expectativas o al
menos lo espero.
Uno de
los blogs para mi más importantes en estos 3 años tuyos y casi 3 en que te sigo
yo, es el tuyo Manu. Y lo sabes, porque en cuanto has publicado algo que no he
podido resistir, he corrido a hacerlo y ponerte luego una foto en tu FB para
que sepas que eres un crack y que, cada vez que publicas, estoy ahí, a ver con
que me sorprendes. Y lo haces muy a menudo….Me encanta la cocina de tu tierra adoptiva
y como tu y esos otros blogs fantásticos de las islas la revalorizáis y la
convertís en internacional. Me gusta tu atrevimiento a la hora de emprender
recetas aparentemente complicadas, de meterte en retos y nuevos proyectos. No
sólo me gusta, miento, me da una envidia enorme. Me gusta que ames a los
animales y me gusta que tengas a alguien que te ame, como Fran. Eres
impulsivo también, y aunque eso, a veces causa pequeños desarreglos sé que
sabes arreglarlos o adaptarte a ellos. Me gusta que siempre estás sonriendo en
las fotos.
La receta es del libro "Gastronomía de Catalunya" de Luis G. Cierco Soliva.
CIVET DE
JABALÍ
(El civet lo compré en la Boqueria en una parada que hay de caza. lo venden congelado en piezas de 800-1,000g. Pero podéis comprarlo en vuestras carnicerías encargándolo previamente )
Ingredientes:
(para 4 personas)
1 kg de jabalí
1 l de vino con
cuerpo (yo usé un Rioja, Cune)1 vaso de vino rancio o vino blanco
1 zanahoria
1 cebolla
1 cabeza de ajos
1 hoja laurel
Tomillo/Romero
Sal
Pimienta en grano (varios granos)
1/4 de una ramita de
canela
Caldo ligero de pollo o de verduras
Picada:
Almendras, avellanas
1 rebanada de pan frito
1 ajo frito
1/2 pastilla de chocolate o una cucharadita café de caco en polvo sin azúcar
Se pone en un bol el jabalí troceado, las
verduras cortadas, los ajos (sin sacar de la cabeza), el laurel y la canela, los granos de pimienta y el vino negro. Dejarlo al menos 24h en la nevera y
removerlo un par de veces para que todo el jabalí se empape.
Separar el jabalí de las verduras y del vino.
Reservar. Sofreír el jabalí, sacar de la cocotte. Cortar la cebolla en brunoise y pocharla. Quitar los ajos de la cabeza, pero pasarlos por la sartén sin pelarlos. Volver a incorporar la carne a la cocotte y el vino con los jugos de la carne en la maceración. Añadir el vino rancio. Dejar reducir unos minutos y a continuación añadir el caldo de pollo o verduras hasta cubrirlo. Cocerlo a fuego
lento sobre unas 2 horas (tiene que quedar bien meloso).
Hacer la picada. Freír en aceite bien caliente la rebanada de pan y el ajo. Se puede picar todo junto con las avellanas en un mortero o con el pimer, añadiendo un poquito más de caldo que ayudará a disolverlo. En
los últimos 20min añadirle la picada al estofado.
Se puede acompañar de puré de castañas, o de manzana o con membrillo hervido previamente con agua, limón y un poco de sal. Lo cortamos a cuartos y lo pasamos por la sartén con un poco de mantequilla.