"Cuando llegó no se
adaptó fácilmente. Y resultaba curioso, porque ella había esperado este último
traslado familiar a su tierra de origen como “el gran momento”. Pero los
tiempos cronológicos entre ella y la nueva clase del colegio dónde aterrizó, no
fueron los mismos y el primer año le causó daños. El Sr. Melara, de su
antiguo colegio se lo había dicho, “eres muy niña, pero no dejes de ser así, ya
tendrás tiempo para ser mayor”…pero allí entre aquellas preadolescentes que
llevaban zapatos con un poco de tacón, bolso (entonces se llevaban los tipo speedy
de Luis Vuiton) y que, antes de salir, se retocaban el rímel se sentía una
auténtica extraña. Ella llevaba una cartera a los hombros, mocasines y pelo
desordenado. No cuadró. Fue obvio desde el principio. Y eso que el colegio situado en una antigua
torre de principios de siglo le parecía precioso. Al entrar una majestuosa
escalera de madera oscura, se abría camino hacía arriba como un mundo lleno de aprendizajes
y le pareció uno de esos colegios ingleses de las películas. En esas escaleras vivió varias anécdotas,
pero quizás la más marcada fue como las bajó
ordenadamente el 23F para irse a casa con celeridad y sin hablar con nadie, como les dijeron que hicieran los
profesores. En el hall un hermoso
mosaico modernista adornaba la entrada. Muy diferente de su antiguo colegio,
una edificación moderna, de los años 60 sin movimientos arquitectónicos
destacables. Pero, cómo añoró a su viejo colegio, ese año triste, de difícil adaptación.
A aquel periodo, en términos modernos, podríamos
definirlo como de un cierto bullying;
burlas, ridiculización, a menudo le
escondían la cartera las gemelas y la hacían sentirse "la
extraña". No eran todas, obviamente, pero ya sabemos que el grupo suele ver y callar ante las líderes, pocas chicas se atrevieron a burlar sus iniciativas,
pero eso, le parecía normal…no les guardaba rencor. En cuanto al profesorado,
pues también era diferente. Bastante austeridad, seriedad y rigidez. El padre le sorprendió. En su anterior colegio, mucho
más progresistas, D. Marcos era un
sacerdote sin hábito, un hombre que recuerda con cariño. Aquí el padre vestía
una larga sotana negra, y tenía unos dedos curvados que llamaban su atención.
El pobre tenía mucho trabajo con todas aquellas muchachitas cargadas de
hormonas y que casi no le prestaban atención. O el profesor de latín,
casi el más moderno de la escuela, con larga barba e ideología socialista que le
gustaba mucho. Pero los demás, eran estrictos y muy serios. En años posteriores
llegaron “otras nuevas” y se cambiaron las tornas. Incluso alguna de esas
chicas, malignas y crueles, se volvieron dulces y cariñosas y podría decirse,
que hasta que dejó el colegio, tenía algunas amigas en la clase. Pero no echa
en falta a nadie. No se ha vuelto a encontrar voluntariamente con ninguna de
ellas. Casi no recuerda sus nombres. Es un tiempo vacío, que le causó muchos
pequeños traumas, pero que, con el tiempo es tan solo un momento de su vida sin
la mayor importancia.
Pero en aquel tiempo
no todo fue mal. En la clase de su hermano, le conoció. Un chico rubio, dulce,
de humor afilado, ingenioso, muy culto y terriblemente atento. Congeniaron
desde el primer sábado que vino a jugar a casa con su hermano. En breve se hicieron
inseparables. El le dio la vuelta a su mundo. El de ella era muy poco
social. Sus padres, metidos en otras
lides, no tenían muchos amigos, o no eran muy partidarios de hacer vida social.
Era un mundo bastante cerrado, en que la presencia de los mayores, eran a veces
presencias molestias, y las visitas, eso…visitas. Y eso, que en el piso dónde vivían existía la zona de
las visitas que por supuesto era terreno prohibido. Pero era su mundo y no le parecía extraño. EL, la llevó a su casa.
Aquello era una película de Capra, un lugar que la hechizó. Una madre madonna,
a la italiana, mandona, divertida, hospitalaria y muy interesante cuando se
ponía a contar batallitas. Un hermano, más serio, más culto, más introvertido que tenía uno de los corazones más bondadosos que ha conocido nunca, un chico valiente que llevaba la llama de la libertad y la aventura en sus venas y se marchó a Londres a lavar platos y "vivir". Una sala, dónde se vivía, con muebles que no tenían
porque pegar y que se convertía en comedor con unos hábiles cambios; una perra
que ladraba por todo; una especie de nani/amadellaves/tía a la que no se
entendía cuando hablaba, pequeñita y de mal cuerpo; pero que se ocupaba de todo y a
la que todos recordamos con cariño… Adornos de Navidad que duraban todo el
año; cajas de material de trabajo; tortillas
de cebolla y enormes platos de spaguettis con tomate y también un delicioso
bacalao en las celebraciones; sábados y domingos llenos de películas en blanco
y negro dónde ella se sorprendía de todo lo que aquella madre e hijo compartían
de cine…lo sabían todo y conocían todas las películas y actores. Y la “adoptaron”
y ella era feliz en aquel mundo tan diferente al suyo. Adoraba bajar a su casa y pasar las horas
oyendo a su madre hablar sin parar de mundos que no sabían que existían.
A veces estaban sus tíos, y ella llegaba al postre y se sentaba en la mesa y oía aquellas viejas anécdotas centradas en el pueblo familiar. La hacían reír mucho. Aprendió de ópera y de política, de educación y de obertura de mentes. Ella
sentía que allí se hablaba, se trataban los conflictos familiares conforme
salían en la mesa o en la puerta, sin que mermara ni un ápice lo que las
personas sentían unas por otros…. Aunque, no nos engañemos, también los había soterrados. No eran
perfectos. Pero a ella le encantaba ver como las pequeñas discusiones diarias
no terminaban en afilados reproches, en heridas asestadas con saña, en ocultos
rencores, como sentía había una calle más arriba, en el que era su hogar.
Y esta semana EL, que
adora el Arte, cumplió 50 años. Y ella quiso obsequiarle con un pastel que
pudiera definirle. A el no le gustan los bizcochos, en general. Los encuentra
masas apelmazadas que le cuestan de tragar. Se hace difícil sorprenderle. Pero
cree que lo ha conseguido. El adora el mundo de las ideas y los conceptos, y
este pastel, es tan sólo un símbolo. Una aproximación a sus pasiones, el Arte,
cocinado porque es lo que ella mejor hace y lo que económicamente puede permitirse
en estos momentos y lo ofrece para conmemorar sus 50 años, pero más bien, ese
tiempo compartido, esa complicidad, aquello que nació en la calle de abajo."
Abril Expósito
Abril Expósito
-.-
Hace algunos años que
conocía la existencia de este libro y estaba en mi lista de los deseos de
Amazon. Hace poco, en una visita a mi amiga blogger Laura Solanilla, lo ví en su estantería y se lo pedí. Es el libro
Modern
Art Desserts y en él hay pasteles basados en famosos cuadros de
Arte. Estoy enamorada del Mondrian de la
portada y ese es el pastel que os traigo hoy para el reto de CdM.
El reto de CdM cumple 3 años ya! Madre Mia!!!! Felicidades
querida Victoria La Tauleta, por la constancia y el trabajo realizado y
también por la nueva imagen del blog que es fantástica. Y para premiarlo, Chocolates Valor es su
patrocinador este mes.
He de deciros que el pastel
me tenía enamorada, pero no me veía capaz de hacerlo. Si de hacer los
bizcochos, pero el montaje que requiere cierta habilidad manual, me daba miedo.
Así que le pedí ayuda a mi amigo Mischa, y gracias a él, aquí está el pastel.
El uso de la regla y del corte se los debo a él.
En cuanto a la receta del
bizcocho en sí, utilicé el del Layer
Cake de limón que hice este verano. Intenté buscar un bizcocho húmedo y
fresco que le pudiera entrar mejor a mi amigo, a quién iba dirigido y al que no le gustan los bizcochos. En cuanto a
la decoración exterior usé otro de los trucos del Layer Cake de limón que son
virutas de piel de limón confitadas y que estaban deliciosas con el
chocolate. Por lo demás seguimos las
instrucciones del libro.
Yo utilicé un molde de plum
cake de 27x13. No soy buena en matemáticas pero trataré de contaros como lo
hicimos. Hice 2 pasteles, uno blanco, y otro que dividí entre 3 que fui tintando
de los colores y horneando en 3 veces. Quizás debería haber hecho 3 pasteles
porque me faltó altura en algunos colores, pero no quería que me sobrara tanto
pastel. Aunque como veis con 2 queda
bien, tampoco hace falta que sea calcado al ejemplo. Usé colorantes Wilton.
Aquí tenéis este video que
puede ayudar también
The Making of Mondrian Cake (Enhanced) from Clay McLachlan on Vimeo.
Ingredientes:
(para
6-8 personas)
Para el bizcocho
225g
de harina225g de azúcar (dice caster sugar* pero puse normal)
10g de levadura en polvo
½ cucharita de café de sal
75g de aceite de girasol
5 claras de huevo
4 yemas de huevo
la piel rallada de 2 limones
100ml de zumo de limón (aprox. 4, según sean)
½ cucharita de café de crémor de tartar si se tiene (si no, no pasa nada)
Colorante: azul, rojo y amarillo
Piel de limón confitada
2
limones50g de azúcar
100ml de agua
Garnache de Chocolate
600g
de nata para montar200g de chocolate negro VALOR
Mi consejo sería hacer el
día anterior los pasteles y la piel de limón confitada. Al día siguiente
montamos, que se lleva un tiempo y ponemos garnache.
Dia 1
Para hacer la piel de limón
pelamos 2 limones y cortamos la piel en fina juliana. Ponemos un cazo con agua
a hervir y cuando lo haga metemos las pieles y en unos segundos las sacamos. Lo
hacemos 2 veces más. En total 3.
Quitamos el agua del cazo y le ponemos los 50g de azúcar más 100g de
agua limpia. Metemos las pieles de nuevo y lo dejamos confitar unos 10-15min.
Sacamos con la espumadera y dejamos sobre papel absorbente.
Hacer 2 pasteles.
Hacemos un
primer pastel. Encender el horno a
155º.
En un bol ponemos los productos sólidos;
harina, azúcar, levadura, sal. En otro bol los líquidos; aceite, yemas, zumo de
limón y su piel. Una vez tenemos los líquidos bien mezclados, los incorporamos
a los sólidos. Montamos las claras con el crémor tartar si tenemos, hasta que
forme picos firmes. Incorporamos a la masa con movimientos envolventes y en
varias tandas.
Ponemos en el horno durante unos 45min o hasta que
pinchando la masa veamos que ya está.
Ponemos el molde sobre una
rejilla, dejamos unos 10’, volcamos, dejamos reposar otros 10’ y quitamos
molde. (si no tenemos urgencia de usar
el molde de nuevo, que era mi caso, lo podéis dejar más rato hasta que esté
frío).
Hacemos un segundo pastel (cuya masa hacemos mientras
se hornea)
Cuando tengamos la masa lista la dividimos en tres. Coloreamos con cada color. Horneamos cada
porción durante aprox. 20-30’ o hasta que pinchando la masa veamos que ya está.
Ponemos el molde sobre una rejilla,
dejamos unos 10’, volcamos, dejamos reposar otros 10’ y quitamos molde. (si no tenemos urgencia de usar el molde de
nuevo, que era mi caso, lo podéis dejar más rato hasta que esté frío).
Del pastel blanco limpiamos los bordes y la parte superior
que suele quedar abultada y los dejamos rectos.
Con ayuda de una regla medimos una porción de 2,8cm. Cortamos.
Esta porción de 2,8cm la giramos y nos
quedará más ancha que alta. La dividimos por la mitad.
Volvemos a coger el pastel blanco grande
y cortamos una porción de 1,25cm. Volcamos horizontalmente y cortamos por la
mitad.
Tenemos 5 piezas.
Con el color azul cortamos una pieza de
igual tamaño al primer corte de 2,8cm.
Tenemos 6 piezas.
Con el color rojo cortamos una pieza de
igual tamaño al segundo corte de 1,25cm.
Tenemos 7 piezas.
Con el color amarillo cortamos una pieza
de iugal tamaño al segundo corte de 1,25cm.
Tenemos 8 piezas.
Ahora hacemos un montaje previo para
ajustar cortes y bordes, y lo montamos como las piezas de un mecano. Si no
cuadra algo ajustamos con el cuchillo.
Preparamos el garnache. Ponemos a
calentar la nata hasta que casi hierva. Cerramos el fuego e incorporamos el
chocolate cortado en onzas. En unos segundos revolvemos y se irá incorporando
perfectamente.
Con una espátula vamos montando el
mecano. Nosotros hicimos el piso de abajo. Rodeamos cada pieza de chocolate y
las vamos juntando. En el libro recomiendo ir poniendo en el congelador para
que "solde" el chocolate…pero no fue necesario. Se nos unió bien.
Al terminar vertemos el garnache por
encima dejándolo caer y ayudándonos con la espátula en algún hueco. Ahora si
que lo llevé al congelador unos minutos.
Lo saqué y volví a dejar caer el garnache para hacer una segunda
capa.
Adornamos con la piel de limón confitada.
Nosotros hicimos un adorno “cubista” con los restos.
Y eso fue todo. Estaba delicioso, pero lo más bonito es ver el corte. Animaros…No es difícil…sólo hay que ser cuidadoso. Creo que ahora, ya me atrevería a hacerlo.
Y eso fue todo. Estaba delicioso, pero lo más bonito es ver el corte. Animaros…No es difícil…sólo hay que ser cuidadoso. Creo que ahora, ya me atrevería a hacerlo.