“Ana ha venido hoy y me ha dicho que le diera la
receta de los garbanzos. Ella no lo sabe, pero esa petición, me ha removido
toda. He recordado otros garbanzos, otras manos, otra cocina.
Y me he acordado de mi madre. De las mañanas en la
cocina de Ronda, de cómo el sol se filtraba por los visillos y los canarios del
abuelo cantaban al mediodía… y cómo madre, con sus manos enjutas, con las
espinacas que había recogido del huerto del tío
y los garbanzos de aquella saca de tela que había en la recocina, se
ponía a hacer el majado para los garbanzos. Madre solía cantar en la cocina viejas coplas
de la Piquer.
Y ahora me ha dejado la niña sorprendida con esta
petición. Desde que Ana tuvo al bebé, ha cambiado. Me gusta esa serenidad con
la que está viviendo la maternidad… pero de que me extraño? Cuando tuve a
Javier me di cuenta de lo que significaba ser madre… y luego vinieron Jóse,
Sergio, mi Ana, Mi Paz y la pobre Carmen que murió al poco de nacer. Y pronto mi vida se transformó de una esposa
feliz a una esposa feliz y tremendamente ocupada. Aquellos años, ya instalados
en Madrid, en la Colonia Banesto, con los niños fueron los más felices de
nuestra vida. Los domingos en la piscina, excursiones, los colegios, las
comuniones, las milis de los mayores…en un abrir y cerrar de ojos se han hecho mayores y han ido construyendo sus propias familias.. y ahora Manolo y yo,
somos abuelos de unos nietos guapísimos… Y somos tremendamente felices
cuando llegan las Nochebuenas y nos juntamos todos aquí en la casa. Bueno, hasta ahora teníamos a Paz con
nosotros, pero ya se ha comprado su piso y se nos ha ido hace poco. Es normal.
Tienen que hacer su vida. Qué rápida que
ha pasado la mía… quién me lo iba a decir, cuando cogía las carreras de las
medias en Ronda. Y cuando ya trabajaba en
el Salón de Belleza y mi jefe me mandó a Madrid a hacer un curso de
especialización, supe que aquí iba a estar mi futuro. Lo intuía cuando subía por
la Castellana y me metía en los Grandes Almacenes y me sentía pisar fuerte en
aquella ciudad en pleno crecimiento.
Y al volver a Ronda, le conocí y mi vida ya cambió.
Sí, si que volví a Madrid, pero ya fue para llevar una vida junto a Manolo y
los niños.
Vuelven las sensaciones; el olor de sus manos, el ruido de sus faldas
al andar, su mirada severa y triste cuando yo hablaba de ir a la capital. El
olor del azahar en las calles de Ronda, la risa de las mozas en la plaza, la mirada
burlona de los toreros cuando empezaba la temporada y venían al pueblo, el
olor de los cirios en Santa Maria, los pasos de Semana Santa, las yemas del
Tajo, los bollos de leche de los Domingos...
He cogido la libreta, y me he encontrado la nota en la
que yo, cuando iba a casarme con Manolo apunté las recetas de madre. Tiene
manchas de aceite, porque han sido muchas noches cocinando para que al día
siguiente hubiera comida para todos con las notas a mi vera.
Hay que ver que Ana, me haya pedido esta receta….con
lo poco que le gustaban las acelgas de pequeña… pero ahora… es ella la que ha
creado su propia familia, como yo entonces, y ahora, Madre.. .soy yo.
Junio 1998
Abril Expósito
GARBANZOS CON ESPINACAS DE DOÑA ANA
Ingredientes:
(para 4 personas)
2 botes de garbanzos hervidos (Cidacos para Doña Ana)
1kg de acelgas o espinacas frescas4-6 ajos
4-6 rebanadas de pan
Pimentón de la Vera
Aceite
Vinagre
Sal
Primero se cuecen
las espinacas. Lavarlas bien para quitarles restos de tierra. Doña Ana las hervía pero mi amiga Ana estrenó con fruición la
vaporera de bambú que le regalé y ahora las hará siempre así. Reservar un poco
del agua usada a la que le ha ido cayendo sustancia de las espinacas para el
majado.
En una sartén con poco aceite, freímos los ajos pelados, sin la parte central y las rebanadas de pan. Ponemos en un bol o mortero los ajos y los empezamos a majar. Añadimos el pan y lo dejamos en remojo con un poco del agua de hervir las espinacas. Incorporamos un par de cucharadas de pimentón, y un chorrito de vinagre. Cuando veamos que está blando lo majamos.
Ponemos en la
sartén las espinacas y los garbanzos, el majado, y un poco más de líquido si
nos parece que queda muy espeso. Lo dejamos cocer a fuego suave hasta que
veamos que todo tiene una consistencia unida… aproximadamente unos 20m.
Gracias Ana y
feliz cumpleaños!
Qué rico!! Un post precioso!! Voy a probar lo del majado!
ResponderEliminarUn beso
Madre mía!!!! Pero que precioso relato... me ha encantado!!! Y es que madre no hay más que una!!! Un besito guapa!!!
ResponderEliminaresos garbanzos tienen una pinta estupenda! cuantos recuerdos me han venido a la mente con tus palabras. Una maravilla de post
ResponderEliminarUn post precioso y mágico. Gracias por compartir retazos de tu vida con nosotros. Y los garbanzos así deben estar para chuparse los dedos. Los probaremos. Besos
ResponderEliminarCasi me da un pasmo, que pensaba que los niños era tuyos... y digo yo... dónde los metió cuando nos vimos en Barna?? jaajajaja
ResponderEliminarMe ha encantado el relato... escribes súper bien!!! Y el plato de garbanzos me lo llevo, que me encanta :)
besos
Emotivo post y receta.Sin duda dominas ambas cosas muy bien.
ResponderEliminarBss
que bonitos recuerdos, me has hecho acordarme con emoción de mi abuelita Carmen y de cómo cantaba coplas en la cocina ayyyy! me encanta tu receta! besitos
ResponderEliminarQué be escrius Montse. I estos cigrons amb tanta història ham de ser boníssims! Marta
ResponderEliminarPor un momento dude que fueses tú..pero no, no te imagino rodeada de tantos pequeñines!! ;)
ResponderEliminarEscribes muy bien Mon...muy, muy bien!!!!!!! es un placer leer tus relatos en los que siempre encuentro cosas en común..pero eso te lo diré algún dia en privado.. ;)
Tus garbanzos son maravillososo..recetas sencillas que iluminan el alma y la barriguita!!!
Loviu bella Mon..no dejes de escribir nunca!!!!!