“Aquel verano hacía un calor insoportable en Barcelona… los días de vacaciones escolares se hacían largos y la pequeña Marisa no sabía qué hacer... y aunque jugaba con sus primos les estaba resultando un verano agobiante encerrados en el piso familiar. Y entonces llegó la gran noticia. El ama, que lo había sido antes de su madre, le dijo que sí quería ir con ella a Jaca podía pasar unos días allí y que los primitos podían venir también. Marisa abrió los ojos como platos…Jaca. Esa ciudad de la que había oído hablar a su madre con innumerables recuerdos de infancia. Aplaudió, saltó y dio mil besos al ama. Y un día de principios de Julio, cogió un tren Barcelona-Zaragoza con el ama. Llevaba una pequeña maleta pero se llevaban varios bultos. Entraron en un vagon compartido y pasaron muchas horas allí, o al menos a ella se lo pareció. Llegaron a Zaragoza con una sensación de calor intensa. Allí cogieron un autobús que les llevaría a Jaca. Marisa estaba cansada y se apoyaba en el ama que olía a verbena y le encantaba. Llegaron a Jaca con la noche entrada y aunque seguía haciendo calor la brisa de la montaña le dio un cierto alivio. Caminaron hasta encontrarse frente a un edificio en el que entraron, subieron al último piso, un montón de escaleras con aquellos fardos pesados. Ya no podía más y se tumbó directamente sobre la cama. A primera hora, la luz entraba por una ventana enfrente de ella. Se preguntó dónde estaba y recordó el largo trayecto hasta allí. Se giró en la cama y vió al Ama dormida profundamente. Quiso bajar de la cama y en el intento casi se cae de narices al suelo. La cama era altísima, al menos tenía 3 colchones y le llegaba casi a la altura del pecho estando de pie en el suelo. Recorrió con la mirada la habitación y vió una pequeña cocina al fondo abierta a la sala y una puerta que daba al exterior. Justo al salir estaba el lavabo. Fue hacia la ventana y miró hacia fuera. El sol brillaba en lo alto y una maravillosa montaña, casi pegada a ellos, se erigía hacia el cielo. Era la Peña Oroel. Le encantó la vista y sonrió. Lo iba a pasar en grande…bueno, lo iban. Sus primos estarían allí muy pronto. “
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Este fin de semana hemos celebrado el 80 cumpleaños de Marisa, una tía perteneciente a esa otra familia que uno va creando a lo largo de su vida y que son familia.
Marisa es de esas mujeres discretas que le dan al mundo su índice de paz y de sosiego. Yo hoy, por usar un término de actualidad, diría que Marisa, es una mujer empoderada (pero mira que me parece fea la palabrita) seguramente sin saberlo. Ha tenido la fortaleza, y la autonomía para salir adelante y valerse por si misma. No ha necesitado depender de otras personas. Y, no se ha quedado soltera… como si uno se quedara soltero en la feria de la vida emocional. Simplemente, no ha actuado repitiendo los pasos de todo el mundo. Su vida es fruto de sus acciones, sus pensamientos, sus relaciones y sobre todo sus decisiones. Es por eso, que es empoderada. Además Marisa, ha sido la mejor amiga de la mujer de uno de sus primos, Antonia, que ya protagonizó un post de este blog.
Y ayer, en un local de Barcelona, una treintena de personas se reunió allí, para demostrarle que la admiran, que la quieren, que han recibido su amor, y que deseaban que ella lo supiera. Y no paraba de repetir que no lo merecía… en este país o se es muy humilde o se es un vanidoso excéntrico. Sí, Marisa, si lo mereces. Se recoge lo que se siembra.
Y para celebrarlo, preparé un pastel de otra mujer empoderada. Isabel Pérez, la mujer que está detrás de Aliter Dulce, una marca que parece que convierta en oro todo lo que toca. Culta, independiente, autónoma, labrándose un presente y un futuro que da envidia. Dos pastelerías, una en su Guijón natal, otra en Chueca, Madrid; dos libros de pasteles en el mercado que se venden como churros y ... muchas ideas en su cabeza. Hoy, el empoderamiento llena mi pensamiento. A ver si se me pega.
Espero os guste este fantástico pastel. Lleva mucha mantequilla, que le da, para mi un punto de “sobao” delicioso. Ese es el punto del Norte. El toque cítrico es ideal. Si no tenéis mandarinas, podéis usar naranjas, pomelo o incluso limón. El cava, no es que se note mucho bajo mi punto de vista, pero … el almíbar le da a las capas un punto húmedo genial. No será la última vez que lo haga. Y no quiero dejar de mencionar la fantástica decoración que hizo de él el blog Nunca es demasiado dulce.
Es un pastel con varios pasos, podéis aligerarlo haciendo los bizcochos el día antes. Los envolvéis en film y los guardáis en la nevera.
PASTEL DE MANDARINAS
Y CAVA
DE ALITER DULCE
Ingredientes:
(para 8-10 personas)
Para el Bizcocho
300g de mantequilla pomada
300g azúcar
6 huevos medianos
Ralladura de 2 mandarinas
Zumo de 1 mandarina
200g de harina
100g de almendra molida
12g de levadura de repostería
Una pizca de sal
Para el almíbar
200ml de cava (yo usé brut nature)
60g de azúcar
Zumo de 3 mandarinas
Para el Relleno
½ kg de queso crema… yo usé Mascarpone
180g de azúcar en polvo
Hacemos los bizcochos
1. Precalentamos el horno a 180º.
2. Isabel nos habla de tener tres moldes iguales de 20cm. Yo no los tenía… asi que fue haciendo uno tras otro. Ponía papel vegetal en el molde y así no tenía que limpiarlo.
3. Unimos en el bol de la KA (o lo que tengáis) la mantequilla y el azúcar hasta que sea una masa blanquecina suave. Vamos añadiendo los huevos uno a uno. Ponemos la ralladura de las mandarinas.
4. Mezclamos la harina, la almendra molida, la sal y la levadura y lo incorporamos poco a poco a la masa de la mantequilla. Incorporamos el zumo de mandarinas.
5. Pesamos la masa resultante e intentamos dividirla en 3 partes que en mi caso, horneamos uno detrás de otro.
6. Horneamos a 180º unos 30’. Pero recordad que cada horno es un mundo, y lo pinchamos para saber si está. Si el pincho sale seco es que está bien. Dejar enfriar un poco y desmoldar. Dejar el disco sobre rejilla hasta que esté totalmente frío.
7. Hacemos los 2 siguientes.
Preparamos el almíbar
1. Ponemos en un cazo el cava, el azúcar y el zumo de mandarinas.
2. Lo calentamos hasta que hierva, lo dejamos 1 minuto y retiramos del fuego.
3. Bajo mi punto de vista, con un minuto queda poco almibarado. La próxima vez lo dejaré un poco más.
4. El que os sobre lo podéis guardar en un pote de cristal para ulteriores usos.
Preparamos el relleno
1. Batimos el queso con el azúcar… y añadimos poco a poco 50ml del almíbar. Reservamos.
Montamos el pastel.
1. Parece tonto, pero no. Tener claro el tipo de decoración que vais a hacer.
2. Poner el bizcocho sobre una base si es posible en un círculo rotatorio. Yo no tengo y uso un pie de pasteles.
3. Pinchamos la 1ª capa de bizcocho con un palillo. La parte lisa (que era la base del pastel en el molde) es la que nos quedará arriba y mojamos con un poco de almíbar para que penetre bien.
4. Con una manga pastelera (yo lo hice con una lengua y una paleta alisadora) ponemos una porción generosa de masa. Pero recordar que os tiene que servir para las 3 capas y si queréis dar una capa por fuera al pastel. El de Aliter Dulce es desnudo tan sólo tiene relleno entre capas y sobre el techo. La versión de Nunca es demasiado dulce, es cubierta.
2. Repetimos el proceso con la capa de en medio y la superior.
3. Ahora yo le fui repartiendo el resto del relleno por las paredes tratando de alisar… aunque también me gusta que quede un poco mal hecho, como si estuviera enyesado esperando la 1ª capa de pintura.
4. Lo adorné con unas sencillas bolitas hechas en boquilla en la parte alta. No soy habilidosa y no quise provocar al destino.
Marisa izqda. y Antonia dcha. |
Bon Appètit!
Montse... aquest pastís va ser fet amb tant de carinyo com l'escrit que has publicat. Això és notava al menjar-lo. Els millors ingredients són els que tú sempre poses en tot allò que fas però que no es venen en lloc.
ResponderEliminarEts un amor!
Una entrada entranyable i com no... un pastís... que vaja, són la meva debilitat. Ah! i un vot extra per haver fet servir Mascarpone al farcit, que amb el teu permís, queda anotat.
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