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martes, 12 de diciembre de 2017

NEW ENGLAND CLAM CHOWDER (CREMA DE ALMEJAS)


"Hacía un día precioso y las vistas del mar desde la terraza relajaban su inquieto espíritu.  Nadie más se había levantado aún y a ella le encantaba ese pequeño rato en que el universo era suyo. Se sentaba con su taza de café allí, gozando del intenso olor del mar, de la tenue luz de la mañana que se iba incrementando al mismo tiempo que el sonido de las gaviotas y de los pájaros que se iban despertando con ella.  A lo lejos vio al viejo labrador de los Olesson que, como siempre, se adentraba en la playa, se sentaba y contemplaba el horizonte, acaso como ella, quizás meditando, quizás tan sólo disfrutando. Estaban solos.

Era un día difícil. Aquella casa ya nunca tendría el mismo significado para ella que antes. Allí habían sido felices, muy felices. Durante su breve noviazgo, la primera vez que vino a Cape Cod, le maravilló. Era hermosa, tranquila, pequeña al lado de la gran casa familiar de su familia en Rhode Island.  El blanco impoluto le recordaba ahora la otra casa en la que habían vivido los últimos años.  Después, ya casados, se le hacía un poco pesado compartir la casa con todo el clan… así que solía escaparse con los niños a la playa.  John solía quedarse en la terraza, hablando con su padre y hermanos horas y horas. 

Por eso, disfrutaba doblemente de este momento.  La brisa de la mañana era un poco fría y se levantó para coger una de las muchas mantitas del salón con la que se cubrió los hombros desnudos.  Puso los pies sobre la silla de al lado y cogió la taza de café con las dos manos. Así, recogida,  en aquella mañana de Septiembre, cálida pero fría, como lo era el día que representaba, pensó en cómo quería que fuera el resto de su vida. Y desde luego, era lejos de ellos y de toda la repercusión mediática que les acompañaba.

Hoy era día 22, once meses sin John. Habían decidido hacer un encuentro familiar para conmemorar la fecha un mes antes del año, porque el día oficial estaría lleno de actos públicos. Así que todos se habían juntado este fin de semana, para pasarlo unidos y asistir a una ceremonia privada en la iglesia del pueblo.

Un colibrí se paró delante de sus ojos.  Eran animales tan rápidos que aunque estuviese moviendo sus alas, sus ojos tan sólo percibían la imagen perfecta y estática del pájaro frente a ella. No existía nada más en aquel momento, el tiempo se detuvo… Los dos ojitos  negros clavados en ella, el azúl purpúreo de su pecho, la raya negra de sus ojos que parecía trazada con un eye liner.  Instantes mágicos. Una leyenda guaraní dice que los colibrís, seres mágicos, sólo se detienen delante de personas cuyas almas, una vez muertas y convertidas en flor, recogerán con su pico para llevar al paraiso. Un  ruido tras ellos los separó.

Un niño de unos 4 años se sentó en la mesa y acercó la mano a un donut.  Ella no pudo dejar de mirarle con reprobación.  El, puso cara de puchero al darse cuenta del gesto de su madre. No pudo dejar de sentirse culpable, al fin y al cabo,  el niño no tenía la culpa de la educación austera que ella había recibido… y  lo peor de todo, aún ni hacía un año que este niño había perdido a su padre. Le acarició la cabeza y le dijo lo más dulcemente que pudo: “no pasa nada John-john…comételo. Pero no comas más, que después iremos a comer al restaurante que le gustaba a Papá y pediremos la sopa de almejas”.

Abril Expósito
Cuaderno de Bitácora

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 Cuando estuve en USA por primera vez coincidió con que John John Kennedy, el hombre más guapo del mundo ( y más interesante) lanzó la revista George. Uno de sus primeros números, que compré por pura pasión de fan, es el que aparece en la foto. Lo mismo que un recopilatorio de los primeros 100 años de la revista Life, que también había comprado. 

Esta sopa, típica de Boston y de la costa Este de Estados Unidos siempre me hace pensar en la sociedad biempensante y bien posicionada americana.  Por eso me ha llevado a los Kennedy, que eran de Boston y veraneaban en la costa Este, en Cape Code y Rhode Island.

De origen inglés (más bien irlandés), los chowder son sopas espesadas de un ingrediente, como la de maíz (podéis ver receta aquí) o la de almejas.  Básicamente hay dos tipos, la blanca, la New England, la que se hace en la costa con nata y leche y la de tomate de Manhattan.  Según algunas teorías la adición del tomate viene de los emigrantes portugueses que usan tomate en gran parte de su gastronomía.  De la New England tenemos constancia desde el S.XIX en cambio de Manhattan (ó New York antes) se conoce desde 1930 aprox.  Existe una pugna tan “intensa” entre ambos chowder que en 1939 se instauró una ley en Maine que prohibía la versión tomate.

Suele acompañarse con crackers o unos panecillos octogonales de ostra muy parecidos físicamente a nuestras maravillosas Quelys! Así que, ahí las tenéis.

Yo he hecho la receta de Anthony Bourdain, de su libro, Appetites.  El empieza diciendo “Sólo hay un chowder, las demás son sopas”.  Curiosamente él la aprendió de Lydia, hija de emigrantes portugueses, que tenía un restaurante en Cape Code. Y la hacía sin tomate.  Incluso al final solía ponerle una punta de mantequilla encima antes de servirla.

La primera vez que la hice usé 1kg de almejas frescas y la segunda usé  1,5kg congeladas, cuyo precio varía mucho.  Ambas están muy buenas. La segunda vez también usé una panceta adobada con pimentón y le dio un toque muy bueno. Intentar evitar usar el bacon barato, porque domina demasiado su sabor.

NEW ENGLAND CLAM CHOWDER

Ingredientes:
(para 6 personas)

1kg de almejas frescas/1,5kg almejas congeladas
1 loncha de Panceta de calidad. Si es posible usamos ahumada.
1 cebolla blanca
3 patatas medianas
2 cucharadas de harina
250g de leche
125g de crema de leche
Sal/pimienta
Quelys/Crackers
Perejil o cilantro de acompañamiento.
AOVE

1.    Ponemos en una sartén un poco de agua y la llevamos a ebullición. En ese momento vamos poniendo almejas (en docenas mejor) y cuando se abran las sacamos con ayuda de unas pinzas. Las que no se abran las descartamos. Cuando las hayamos abierto todas, separamos de sus conchas, y reservamos. El líquido lo colamos y reservamos también.

2.    Ponemos en una sartén la panceta y dejamos que se fría en su propia grasa. Añadimos la cebolla cortada en brunoise. Salpimentamos y dejamos pochar.

3.    Cortamos las patatas en cuadraditos pequeños y las añadimos a la sartén.

4.    Vertemos agua por encima y dejamos que hierva.

5.    Mezclamos la harina con un poco de la leche y añadimos a la sopa. Revolvemos bien.

6.    Dejamos hervir hasta que las patatas estén al punto.

7.    Antes de servir añadimos el resto de la leche y la crema de leche y calentamos, pero nunca la volvemos a hervir. 

8.    Justo antes de servir incorporamos las almejas y el líquido de haberlas abierto (que no será mucho y no nos estropeará el espesor).

9.    Podemos servir con perejil o cilantro y con las Quelys.


Bon Appètit!

4 comentarios:

  1. Un gustazo leer tu post de arriba abajo.

    La chowder me encanta (con tomate no la he comido, así que tendré) y eso que dices de la panceta me ha llegado. El texto es estupendo. Me ha llevado a ese lugar y me ha puesto en el pellejo de Jackie.

    Bravísimo, Montse.

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  2. ¿Y no usas el jugo de las almejas?

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    Respuestas
    1. Javier en algún momento hay un error. Sé perfectamente que usé el líquido que había reservado de ir abriendo las almejas en la crema. Voy a revisar la receta, y corrijo el error. Michas gracias por señalármelo.

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    2. Corregido. Una vez incorporadas las almejas según Bourdain. Hay que tener en cuenta que no es una cantidad de líquido muy elevado, sino más bien concentrado, que incorporarlo a la crema no va a estropear el grado de espesor.

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