“Era el último día de las obras… se respiraba una aire tenso en el
ambiente. Ella, iba de un lado a otro, simulando una actividad frenética que no
se correspondía con la realidad. El, iba
despacio, como alargando el tiempo para que ese momento de la despedida se
fuera diluyendo en el día.
Al llegar le había sorprendido el aspecto de ella. Así como los
primeros días, no abandonó el mono tejano con el que trabajaba en el pequeño
hotel que abriría en un par de meses, esta mañana se había puesto un ligero
vestido de algodón, de botonadura frontal, descuidadamente abrochado y por el
que podía percibir la curva de su pecho suave y terso cada vez que respiraba.
En cada inspiración la tela subía y se ajustaba con una tensión milimetrada a
su piel y con cada expiración el hueco que se habría entre la misma y aquellos
senos le hacían sentir pequeños latigazos en su interior. Cuando llegaron, ella
estaba en el patio, arreglando las gallinas y la luz de la mañana se filtraba por
la falda del vestido marcando los perfiles perfectos de su cuerpo. Esa imagen
llevaba todo el día clavada en su cerebro, distrayéndole y haciéndole darse
cuenta que hoy era el último día en que la vería. Su pelo, habitualmente recogido en una coleta
baja, estaba desmañadamente sujetado en su parte alta dejando caer sus rizos
por la cabeza, jugando con los movimientos de la misma. No sabía muy bien qué le pasaba, nunca le
distraía nada mientras trabajaba, pero aquella mañana horrible había
transcurrido como una de esas viejas mañanas de resaca, pesada, lenta,
malhumorada.
Ella ciertamente también se estaba sintiendo apresada por el síndrome
de Estocolmo. Aquellos hombres desconocidos que empezaron el lunes a desmontar su
cocina y que hoy, si definitivamente los enlaces de agua funcionaban al fin,
desaparecerían de su vida le acongojaba de mala manera. Especialmente Hugo, el
jefe del grupo. Un hombre de unos 60-65 años, de aspecto tosco, que se
conservaba muy bien para su edad. Fue a mediados de semana cuando se dio cuenta
de que Hugo tenía unos hermosos ojos azules y que cuando sonreía las arrugas de
sus ojos lo hacían también. Un cuerpo
cuidado, alto y delgado, que le hacía pensar en el Clint Eastwood de los
Puentes de Madison. Le parecía incluso que él desde hacía un par de días, se
acercaba más a ella, en esos roces “accidentales” que permiten a las almas
conectar antes que los cuerpos. Se había dado cuenta que el aire que él
desplazaba en sus movimientos enérgicos le llegaban a ella como olas cálidas
que le hacían erizar la piel. Fue ayer,
cuando el le dijo que si la acometida funcionaba, darían por terminadas las
obras, cuando sintió angustia y vacío en su vida. Fue ayer, cuando ellos terminaron y se
fueron, que ella se dio cuenta de lo sola que iba a quedarse en el hotel. De repente se sentía más frágil, más poco
aventurera sin la sombra alargada de aquel hombre. Por eso, aquella mañana, sin
ella saberlo, sus manos fueron al vestido y al mirarse en el espejo decidió que
su pelo quería ser más libre. No era Meryl Streep, no habían hablado casi de
nada, no habían hecho ninguna actividad en conjunta, no existía el “plus” de un
marido y unos hijos fuera el fin de semana. Y sin embargo, en su interior, no
quería separarse de él. Cómo abordarlo? Había pensado, como Meryl, en alargar
la jornada invitándole a una cena, pero la cocina estaba en obras y no podía
hacer nada. Así que, pensó en invitarle
a una cerveza cuando él se acercara, como cada día, con su ropa limpia, su pelo
hacia atrás y su mirada fresca para comunicarle las novedades y le dijera “hasta
mañana”.
Todo estaba funcionando según timing. La acometida se había realizado
sin problemas y el agua llegaba perfectamente al hotel. Sus compañeros se
habían ido a terminar de colocar todos sus aperos en la camioneta. Estaba solo en el sótano, junto al contador de
agua y las tuberías. Todo fue muy
rápido. La idea le pasó por la cabeza en un segundo. Esos segundos malos en que
uno no debe escuchar a su cabeza, porque no la rige la inteligencia sino los
sentimientos más primarios. Tardó unos segundos y salió al patio.
Ella estaba en la cocina y se dirigió hacia el interior. La vió
agachada, colocando en los armarios las sartenes y las ollas que en unos meses
tendrían todo ese brillo niquelado gastado por el uso. De nuevo el latigazo, las formas de su
anatomía, en aquella postura le hizo suspirar.
Se levantó y le vió allí quieto, con su expresión seria, pero muy fija
en ella. Su pelo recién mojado y peinado hacia atrás, su camisa azul cielo que
le pegaba con los ojos y su porte, le pusieron nerviosa. Se preguntó qué había estado mirando y desde cuándo
y se puso colorada. La desazón la
invadió. La nevera estaba muy lejos como
para de un modo natural, abrirla e invitarle a una birra. Se tocó el cuello con la mano, como
ahogándose por la intensidad del momento.
Hugo – oyeron a sus espaldas – ven corriendo, en el sótano ha pasado
algo con el agua. Se está inundando.
El la mira con seriedad y se
gira bruscamente. Se aleja con paso
rápido y se dirige al patio. Una media sonrisa se dibuja en su rostro. “
Abril Expósito
-.-
Con
la ola fría que nos atravesó en las dos últimas semanas, las sopas y los
pucheros han sido platos favoritos de mi cocina y los de mucha gente. En el nº 234
de Saveurs, hay varias sopas
que tengo en lista de espera. Empecé por esta, por ser muy sencilla y con
ingredientes que tenía en casa. Me ha encantado. Super agradable, cremosa y
suave que acaricia el alma y el estómago.
La tomaba el otro día mientras, veía “Los puentes de Madison”. Qué
curioso que la primera vez que ví esta película no me gustó especialmente y
ahora cada vez más, me encanta. Nos hacemos mayores. También he de deciros que
esta semana he tenido paletas en casa.
Si
no tenéis zanahorias no importa, podéis usar el Caldo
Natural Aneto de Zanahoria de Cultivo Ecológico que le va perfecto
a esta crema. Hecho como en casa, zanahorias, un poco de apio y cebolla,
aceite, y sal. Nada más. Como lo haríamos nosotros. Yo, esta segunda vez que he
hecho la crema, lo he usado además de
poner zanahorias. Ha quedado mucho más cremosa, más suave.
CREMA ATERCIOPELADA DE BONIATOS,
ZANAHORIAS Y COCO
CON CACAHUETES CARAMELIZADOS
Ingredientes:
(para
4-6 personas)
1/2kg
de boniatos
200g
de zanahorias (opcional si usáis el caldo ANETO)
2
dientes de ajo
1 brick de Caldo Natural Aneto de Zanahoria de Cultivo Ecológico (ó un caldo de verduras suave que tengáis ó agua)
20cl
de leche de coco
Crème
Fraîche
Cilantro
(opcional)
60
g de cacahuetes pelados
1
cucharadita de café de azúcar
AOVE
Sal/Pimienta
En
una olla de hierro ó con la que tengáis, ponemos a pochar la cebolla y los ajos con AOVE.
Pelar
los boniatos y las zanahorias y cortarlas en trozos toscos. Si vamos a usar
caldo de ANETO podemos no usar zanahorias.
Una
vez esté pochada la cebolla y los ajos, añadimos los trozos de boniatos y
zanahoria y lo dejamos pochar un par de vueltas.
Añadimos
el caldo ANETO de Zanahoria o un caldo de verduras suave que tengamos o agua y
la leche de coco. Dejamos hervir hasta que esté hecho el boniato y la zanahoria.
Pasamos
por el pimer o un robot. Añadimos antes de batir la crème fraîche y luego
dejamos al fuego 5 min. más. Yo no le puse la crème fraîche en este momento,
sino que me gusta ponerla luego en la mesa y que cada cual se ponga. La crema
es muy aterciopelada sin necesidad de poner más grasa, aunque luego un poquito
le queda genial, cómo veis en la foto.
En
una sartén sin aceite dejamos tostar los cacahuetes vigilando que no se quemen.
Ponemos el azúcar por encima y lo
revolvemos hasta que caramelice. Los dejamos sobre un plato o bol y llevamos a
la mesa para la presentación.
También
podemos cortar un poco de cilantro y lo ponemos por encima. Yo le puse un poco
de tomillo fresco que tenía.
Bon
Appetit!
*Recomiendo los caldos
Aneto siempre de un modo totalmente altruista porque he visitado la fábrica y
he visto como lo hacen. Igual que yo. Esa prueba de calidad es su garantía. No
tengo ninguna otra razón para hacerlo. Si no fuera así, no lo mencionaría. Me gusta
apoyar el producto de calidad de mi tierra
y en especial de empresas que apoyan el producto y a sus trabajadores y
que respetan el medio ambiente.
te ha quedado una super receta que está diciendo COMEME !!! a mi me encantan las sopas y pures y seguro que la pruebo.
ResponderEliminarTomo nota de lo que dices de los caldos ANETO que nunca he probado porque prefiero hacerlos siempre yo misma, pero me has dado mucha confianza en ellos con tus argumentos.
Te mando un gran abrazo y otra vez gracias por el trabajazo que os tomais Aisha y tu en este reto que me encanta !!!
Feliz domingo
Rosa