ANETO - CUANDO LA CALIDAD ES UN PROYECTO DE VIDA

No puedo más que expresar mi admiración por el proyecto ANETO. No quiero llamarle empresa, quiero llamarle proyecto porque parece que esa  palabra contribuye a ennoblecer a una serie de personas que trabajan día a día, con alegría, ilusión y proyección personal en él.

Como premisa os diré que yo, debido a la generación a la que pertenezco y en la que he tenido una infancia rica en sopas de sobre y el uso de los cubitos concentrados, tenía una actitud bastante negativa con todos estos productos. Pero entonces era lo normal… incluso recuerdo como mi madre y abuela estaban obsesionadas en “coleccionar” unos pequeños cupones que te daban con las compras y que al cabo del tiempo cambiabas por productos del hogar. En casa todavía corren unos juegos de sábanas conseguidos con ellos.

Así pues el lunes, tal y como ellos nos habían ofrecido (abrir la fábrica a los bloggers los lunes) nos fuimos para allá, Laura (Cuinejar) e Isabel (Recetas y Sonrisas) y yo, y la verdad, pasamos un día estupendo. 

No sólo el trasladarte a Artés, un entorno natural precioso rodeado en esta ocasión de campos ocres recién segados, te ayuda a respirar mejor. Después de pasar un día entre las paredes de ANETO uno siente que el mundo es mejor. Entrar en ANETO fue como entrar en Shangri-La (para quién no lo conozcáis, es un paraíso escondido del Himalaya dónde la gente vive en armonía y sin que el paso del tiempo les afecte-“Horizontes perdidos”, 1933) ó en una película de Frank Capra dónde todo el mundo “es feliz”. Obviamente es una empresa y habrá de todo, pero lo que transmiten la amabilidad y las sonrisas de todas las personas con las que te cruzas durante la visita a la empresa dicen todo lo contrario.

Una vez superada la fachada uno entra en el mundo ANETO. La estética de la empresa está parada en los años 70, en los que se creó el germen de lo que hoy son. La empresa fue creada en 1974, hace ahora 40 años, y en su origen elaboraban jamones serranos. Así podemos verlo en el logo que se halla encima de la puerta de entrada…la cara de un cerdo.

Compartimos con Josep, al que ya habíamos conocido en Alimentaria y  Núria que nos hizo luego la visita por la fábrica, una pequeña charla en la sala de reuniones.  Ambos nos contaron como dedican 1.000.000l anuales a eventos gastronómicos y deportivos, colaboraciones sociales, etc..., y  compartieron con nosotros su filosofía de trabajo y uno de sus grandes mantras, “la competencia directa de ANETO no son las otras marcas, es el caldo que uno se puede hacer en casa”. Luego nos llevaron a ver la fábrica. Por razones de seguridad no está permitido hacer fotos del interior de la misma así que las que veréis en esta crónica son de su propia web.

 

Pero antes de bajar y vestirnos de investigadores del CSI,  pasamos por la cocina dónde Abel Monago, el chef de ANETO, hace pruebas y crea platos para el recetario personal de Aneto. El proceso de creación pasa por la cata, que en este caso, cayó en nuestras manos. Tres platos, a cual más delicioso, nos fueron ofrecidos para testar: una sopa de fideos udon con miso y soja, un arroz de conejo con alcachofas y una minestrone.

 

 

 

 

En una de las primeras salas vimos el proceso de selección y limpieza de las verduras. Uno puede imaginar a priori que para estos caldos se usan verduras que no están bonitas o que no se llevan al mercado. La sorpresa mayúscula es ver que vienen todas de Mercabarna y que tenían un aspecto estupendo, tanto que daban ganas de llevarse una col para casa.  Allí había una de esas trabajadoras sonrientes que cortaba los puerros a una velocidad sorprendente y los dejaba en agua, dónde se limpiaban y luego iban a un recipiente báscula (las proporciones son importantes). También vimos allí la olla dónde se hacen los sofritos (caldo de fideuá, paella, etc…).

 

 

En las estancias neveras también pudimos ver las cajas con el pollo preparado para ser introducido en las ollas. No son pollos enteros, ni partes de pollo que descartaríamos en casa (como cabezas, patas, vísceras)…. Son todo piezas limpias, carcasas y sin piel. Este punto terminó de convencer a esta mi persona incrédula.  

A continuación pasamos a la sala donde están las 3 ollas dónde se hacen los caldos. 3.000l de capacidad cada una. A las 11,30h de la mañana el olor de caldo de pollo y verduras, el mismo de nuestras casas,  inundaba la sala. Esta sala y la magnitud del almacén fueron las salas que más me impresionaron. Nuria,  de Marketing nos iba contando todo el proceso con mucha transparencia y simpatía.  De los 3.000l que contiene la olla, 1000 son de verduras y pollo y 2000l de agua.  Todo hierve durante 3h. Al cabo de ese tiempo la cubeta interior de la olla dónde se hallan todos los sólidos es levantada con un sistema de grúas y se escurre todo el líquido. En ese momento, el caldo ya circula por los tubos hacia una cubeta mayor dónde se juntarán todas las cocciones de los litros previstos en esta sopa (para unificar aún más los sabores y que no pudiera haber partidas con más sabor de alguna verdura).  Y de ahí, de los tubos que llevan el caldo de las ollas a las grandes, probamos el caldo in situ. Buenísimo!!!!!

 

 En ANETO tienen 3 turnos de producción y cuando terminan una tanda de litros prevista de un caldo pasan a otra variedad. Y si p.e. fuera a hacerse caldo de zanahoria y la partida va a ser inferior, y sólo ocuparán una olla, las otras dos permanecen inactivas, para garantizar que durante el proceso no se puede mezclar ningún sabor ni resto de cualquier otra variedad.

Después de esta zona pasamos a la zona de las tinas donde se homogeneizan los caldos y también dónde se hace la uperisación (120º durante 20s). También los caldos, antes de pasar a la zona de empaquetado pasan por un último filtro, así que es casi imposible que una partícula sólida pudiera colarse en ellos.

También vimos una sala con unos hornos dónde rusten las carnes para el caldo de Navidad… un proceso que no hacemos en nuestras casas!!!!

Y finalmente, nos llevaron a la cocina donde Abel nos había preparado una exquisita comida… escudella i carn d’olla..que estaba buenísimo y una natural y riquísima ensalada.  También tuvimos la oportunidad de volver a probar el fantástico tomate sofrito que están a punto de comercializar.

 

Cada vez que entraba alguien en la cocina se unía a la charla, y nos explicaba desde cuando estaban allí.  Se notaba el buen clima que reina entre ellos. Vino a visitarnos Ana que también estuvo en Alimentaria y que como los demás es un encanto.

No podemos más que tener palabras de agradecimiento para un equipo que, como os decía al inicio, transmiten el amor por la calidad y por su proyecto.  Uno querría trabajar en Shangri-La.