REMOJÓN MALAGUEÑO

“Andaluces de Jaén

Aceituneros altivos,

Antonio sale por la mañanas con su camisa blanca y limpia para ir al campo

decidme en el alma, ¿quien?

¿quien levantó los olivos?

Y la ve allí, como cada mañana, de pie, barriendo la entrada de su casa. Morena de mirada triste, la mira desde la distancia desde hace tiempo, barriendo el polvo que otros traen.

No los levantó la nada,

ni el dinero ni el señor,

sino la tierra callada

el trabajo y el sudor.

Serio, hace un ademán con sus dedos sobre la sien, que sabe que ella, sabrá que es su modo de saludarla. Ella no sonríe, tan sólo, rápida, casi a la velocidad de la luz le mira de soslayo. El se va con esa imagen que le durará todo el día. 

Cuántos siglos de aceituna,

los pies y las manos presos,

sol a sol y luna a luna

pesan sobre vuestros huesos.

La mañana es dura, varear primero los olivos, bajo un sol que hace cantar las chicharras, luego ir recogiendo las olivas en capachas que llevar al carro, uno a uno, pesados asfixiados ya por la sequedad del aire, para llevarlos a la almazara.

Jaén levántate, brava,

sobre tus piedras lunares,

no vayas a ser esclava

con todos tus olivares,

Andaluces de Jaén.

Al mediodía se sienta. Abre su zurrón. Un par de naranjas, un poco de bacalao desmigado que asa en el fuego que ha preparado José, un huevo duro que se hizo anoche y lo mezcla todo. Mientras su mente vuelve a la mujer, a la intensidad de su mirada, a la tristeza de sus ojos, a como le hierve la sangre cuando la ve. 

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

Y sabe, que no tardando mucho, un día se acercará a la mujer, la cogerá de la mano y se la llevará muy lejos, tan lejos que se sentirán extranjeros.  Sabe que vivirán un amor apasionado, con silencios y grandes monólogos y que, un día, le preparará  este remojón a una joven morena, dulce e independiente, fruto de ese amor, que vendrá todos los fines de semana para estar con él. 

Todo eso sabe, mientras corta la naranja en pequeños trozos y estruja, con esas manos ajadas por el duro trabajo del campo, el zumo sobre el bacalao desmigado. Tiene hambre, hambre de vivir. 

Abril Expósito

Poema  Aceituneros, de Miguel Hernández

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Así hacen el remojón en Málaga, concretamente en Villanueva del Trabuco. Un pueblo blanco que se hizo famoso porque editaron un listín telefónico con el nombre de los motes de sus habitantes. Eso indica el carácter pragmático de la gente de Villanueva. Para que andarnos por las ramas. 

Gracias Antonio por coger la mano de tu mujer morena y haber engendrado a mi hermana, esa familia que lo es sin serlo. Y gracias por esta receta. 

El remojón es una receta de origen árabe, pero que claramente tiene un origen en la dieta del trabajador andaluz. Hay, como siempre, muchas interpretaciones, tantas como familias o poblaciones. Hay quién pone el bacalao crudo, hay quién pone atún (Córdoba), quién le pone patatas hervidas (Almería), quién le pone tomates secos, quién le pone olivas negras (esa soy yo!), quién le pone cebolleta, quién le pone almendras, quién le pone pimentón…en fin, como véis una gran variedad. Pero ésta, es el que me gusta a mi. 

REMOJÓN MALAGUEÑO

Ingredientes:

(para 2-4 personas)

4 naranjas

2 lomos de bacalao medianos

2 ajos

1 huevo duro

AOVE

Aceitunas negras de Aragón (opcional)

1.    Hervimos un huevo.

2.    Pelamos y troceamos las naranjas en gajos y cortados por la mitad. Guardamos media naranja para exprimir el zumo.

3.    Asar al fuego si es posible el ajo y el bacalao desmigado. Si no, se puede hacer sobre una plancha sin aceite, dejando que coja ese puntito de gusto asado.

4.    Cortamos el ajo en láminas y lo incorporamos a las naranjas.

5.    Incorporamos el bacalao.

6.    Cortamos el huevo duro en trocitos muy pequeños y lo ponemos por encima. 

7.    Exprimimos la mitad de la naranja por encima 

8.    Echamos un buen chorrito de AOVE por toda la superficie.

9.    Si tenemos tiempo dejamos macerar en la nevera que se unan los gustos.

10.   A disfrutar!