OLOR DE VERANO
Mira hacia atrás y ve a su madre fumando
un cigarrillo hablando con una vecina del pueblo. Su hermano está con la
colchoneta en el agua. Vuelve a sus pensamientos y siente como allí muy cerca
de ella está ese actor de una serie futurista, con el que le ha dado por soñar.
Es muy niña todavía y ese hombre aún no tiene connotaciones sexuales, tan sólo
asume funciones de padre protector, de padre enamorado de su niña. Él la salva de peligros interespaciales, de
secuestros por parte de otros habitantes del espacio, de bacterias nuevas que
atacan a la nave. Está siempe allí, cuando ella le necesita y le da las buenas
noches con un beso cuando se acuesta. No necesita mucho más. Oye los gritos de
un grupo de niños que juegan en la orilla, el chapoteo de sus cuerpos al entrar
en el agua presa de juegos infantiles y una pelota que va de mano en mano…. y
los mira con envidia. Vuelve a mirar al
horizonte y él vuelve a ser su padre, su protector. Qué suerte tuvo siempre la
niña de encontrar los recursos para sobrevivir.
Abril Expósito
-.-
Piel
de limón recién rallada, a coco en trozos, a polo de limón, a Nívea (que gran
olor este, creo que el más definitorio de todos), a sangría, a paella, a menta recién cortada, a flor de
azhar, a sal en el aire, a verduras frescas cortadas a cuchillo, a sandía y
melón, a Nivea (quizás para otras generaciones no esté tan claro, pero la mía,
superiores y cercanas estarán de acuerdo), a albahaca, a tomate en rama, a perrito caliente, a niño sudado que corre por todas partes, a
tierra mojada y a fruta, a chufa y a
pescaíto frito, a melocotones jugosos y sabrosos, a Nivea (persisto, lo sé,
pero es EL OLOR), al gasoil de las embarcaciones cerca de la playa, a árboles
frondosos y a verde intenso (porque los colores a veces huelen), a vinagre y a
vino blanco, y a Nivea.
Recuerdo
estar en la playa, con las sombrillas,
las sillas y las familias pesadas con los transistores, los bocadillos o la
nevera portátil llena de bebidas… recuerdo días de marejada en que estabas allí
pero no podías bañarte - no era divertido ser pateado por las olas -, días en
que tu madre se sentía generosa y te daba dinero para que te acercaras al chiringuito a buscar un
helado y una bolsa de patatas fritas para ella – y en cómo te quemabas la
planta de los pies mientras ibas para allá -,
recuerdo estar sentada frente al mar dejando que el agua se acercara a
mis pies, recuerdo a casi todo el mundo
untándose con nívea y los niños con manchas blancas en sus mejillas o en sus
espaldas entrando en el agua, recuerdo el ruido del helicóptero y todas las
miradas al cielo y reconocer que era el de Nivea y correr todos al agua en
busca de las pelotas grandes que lanzaban por las costas.
Y
recuerdo … sí, lo recuerdo nítidamente, llegar a casa, cansados de haber
arrastrado los trastos de la playa por medio pueblo (que estaba lleno de
subidas) de regreso, salados en la piel pero muy a gusto y tener que pasar por
la ducha, una vez más para quitar la sal (nunca entendí porqué tenía que
ducharme dos veces los días de playa), ya con hambre, y oír los ruidos de la
cocina mientras; el chisporreteo del
aceite, el ruido de las cubiertos, de los platos duralex (las vajillas en las
casas de veraneo solían ser más baratas, más descascarilladas, más irregulares,
lo que contribuía a la “pequeña anarquía” que significa el verano).
Sentarse
todos en una mesa colorista (sin ningún sentido estético, tan sólo con lo que
había), dejar correr el agua en el grifo para poner una jarra fresca en el
centro, el ruido de las cortinas de tiras de piececitas de plástico cada vez
que uno entraba y salía y que había en 9 de cada 10 casas (y que, también irremediablemente
se te acababa enganchando en el pelo un día u otro), y al fin….sentarse,
húmedo, fresco y hambriento y encontrarse con platos, que seguramente había en
9 de cada 10 casas (porque entonces la gastronomía no era un valor en alza y la
variedad en la mesa no era tan abundante) que llenaban nuestros cuerpos de más
frescura y color…. Uno de esos platos era la ensaladilla rusa.
Un
clásico español que arrastra toda una leyenda sobre su origen. La ensalada rusa
que más se parece a una ensaladilla rusa española, es la OIivier. La verdad es que, he acabado incorporando
ingredientes de ésta a la nuestra, porque me gusta más. En cuanto a ensaladilla
Rusa auténtica, como la Shuba, ya la tengo publicada en el blog y la hago
varias veces cada verano porque me encanta. La receta aquí.
He
añadido el toque crujiente y avinagrado de los pepinillos, la cebolleta (no
suele poner la gente, porque suele ser una ensaladilla de elementos hervidos),
a veces el arenque o el pulpo en vez del atún, a veces manzana y en el aliño
suelo mezclar crême fraîche con la mayonesa. Así, ahora, me gusta bastante más.
ENSALADILLA RUSA MY WAY
Ingredientes:
(para
4 personas)
3 ó
4 patatas al vapor (sin piel, para que quede más limpia la ensaladilla)
Guisantes
(si frescos al vapor, sino de lata)Zanahoria (si fresca al vapor, si no me gusta poner esos hilos de zanahoria que venden en conserva)
1 pimiento rojo crudo ó escalibado (en mi infancia: pimiento morrón)
Aceitunas (rellenas de anchoas o de las negras “Perlas del Gudalquivir” que son una pasión infantil)
Arenque (el del IKEA va muy bien)
Pepinillos en vinagre (gorditos y cortados en cuadraditos)
1 manzana (rallada mucho mejor)
1 huevo duro
1 pote de Crême Fraîche
Mayonesa (yo prefiero casera, pero a gusto del personal)
Pimentón de La Vera ahumado (mi favorito!, para adornar y opcional)
Cortar en brunoise todos los ingredientes. Si se cuecen al vapor o hierven a gusto del consumidor. Yo lo hago todo al vapor… (más nutritivo, conserva mejor el color y los nutrientes y es menos húmedo a la hora de mezclarlo).
Mezclar
la mayonesa con la Crême Fraîche al 50% aproximadamente. Incorporarla a la
mezcla que tendremos en un bol. Poner en
la nevera para que esté bien fresquita en el momento de servir. Emplatar con la
ayuda de un aro, y si se quiere, espolvorear en el plato un poco de pimentón
para adornar.
Me ha encantado la historia... y sí, olía a Nivea, que oye, antes ni factor de protección ni nada por el estilo.
ResponderEliminarLa ensaladilla rusa riquísima!!! Siempre me ha hecho gracia que se la llamase así.
En cuanto a mejorar mis dotes literarias... primero tendría que tenerlas... jaajajajajaa... Pero en serio, me encantaría poder escribir para al menos saber qué rollo soltar en los posts ;)
Un beso linda!!!
Hola preciosa!
ResponderEliminarLos recuerdos del verano son fantásticos si son buenos. Leyéndote me he visto, he visto los platos, los ruidos, la jarra de agua, los menus, las cortinas bajas para que no entre luz y el mantener el silencio de convento a la hora de la siesta de mi padre. La Nívea!!!!! Esa crema que era para todo, llena de agua que si te pasabas un poco de cantidad eran las 12 de la noche que aun te estabas esparciéndola por las piernas y brazos pero era una crema para todo tipos de accidentes de verano. La ensaladilla otro plato que nunca faltaba la tuya me gusta porque lleva manzana, mi madre no le ponía pero yo si algunas veces. Bessssssos
No ha salido mi comentario???? UFFFFFFF odio cuando me pasan estas cosas.
ResponderEliminarTe decía que huelo a NIVEA, aunque no puedo estar en un sitio menos propio para eso.
Me fascina tu forma de escribir me envuelve, me inspira.......
Encantada de haber compartido ese proyecto contigo. Espero que sean muchisimos más.
AHHHH y la ensaladilla???Quiero un tupper! YA!!!!!! ¿Eso lo dice todo, no?
Muack
Si, el verano huele a Nivea y a sal...qué tiempos más bonitos pero a la vez tan lejanos que espero poder revivir con los peques...
ResponderEliminarMe ha encantado esta ensaladilla tuya...ese toque de los pepinillos me ha conquistado.
Hola April, te conocía hace poco a través de Aisha y he decirte que me encanta tu estilo y tu trabajo en este blog. Las fotos, los textos, los platos, los recuerdos... quién no se ha puesto crema Nivea alguna vez... como dice más arriba Silvia, si te pasabas un poco, te llevabas todo el día esparciéndotela por el cuerpo... jajaja! Me ha encantada tu posts y el fragmento de tu historia del principio. Me ha picado la curiosidad por ver cómo es ese taller que has comentado. Me pasaré a verlo. Un saludo y gracias por traerme a la memoria a mi también todos esos lindos y entrañables recuerdos de mis veranos infantiles. Pilar
ResponderEliminarMmmmmmm! Que buena!!! ¿Qué sería el verano sin la ensaladilla rusa? Porque aunque la comas en invierno no sabe igual, ¿verdad?
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, me ha transportado a mis vacaciones infantiles, porque sí, también olían a Nivea, que valía para todo oye, como bronceador (ya con unos 16 años le añadiamos yodo), y como aftersun después de la ducha.
Que bueno!!! Acabas de contar mis veranos en Sant Feliu de Guixols y más tarde en Cadaqués. Eran realmente así. Sólo te falta la mosca que se atrevía a romper el silencio sepulcral de las siestas con su vuelo cansino de me paro pero no y aquella sensación de piel caliente y mirada deslumbrada por la cantidad de sol que se acumulaba en nuestros ojos.
ResponderEliminarA mi me encanta la ensaladilla rusa, pero la de verdad, nada de congelada. Y ahora, de mayor, acompañada de una cerveza bien fría es de aquellos placeres a los que costaría renunciar ;-)
En mi blog acabo de publicar un recopilatorio de recetas veraniegas y la primera es una ensaladilla rusa como la de siempre, pero vestida de gala. Si la ves ya me dirás si te gusta. Un petonás!
Blanca
Yo también soy de la generación que en verano huele a Nivea, a cremas del sol de coco a mar y sal.
ResponderEliminarMe ha gustado esta ensaladilla y ese toque de los pepinillos me parece muy acertado.Un clasico del verano con los toques personales de cada uno que siempre gusta y apetece mucho.
Buen verano
petons
En casa de mi madre nos dejaban elegir el menú los días de nuestro cumpleaños y santo. Creo que nunca en mi vida cambié de elección: ensaladilla rusa y espárragos con mahonesa.
ResponderEliminarTengo que probar tu ensaladilla "my way". Se te van acumulando los platos que compartir.